"Un día de primavera, un viajante descansaba tranquilamente al
borde del camino bajo un árbol. Mirando la naturaleza que le rodeaba, observó
cómo la oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a través de
una pequeña abertura aparecida en el capullo. Estuvo largo rato contemplando
cómo la mariposa iba esforzándose hasta que, de repente, pareció detenerse. Tal
vez la mariposa –pensó aquel hombre- había llegado al límite de sus fuerzas y
no conseguiría ir más lejos.
Así que, decidido a ayudar a la mariposa, cogió unas tijeras de su mochila y ensanchó el orificio del capullo. La mariposa, de esta forma, salió fácilmente. Su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre, preocupado, continuó observándola esperando que, en cualquier momento, la mariposa abriera sus alas, las estirara y echara a volar. Pero pasó el tiempo y nada de eso ocurrió. La mariposa nunca voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas hasta que, finalmente, murió".
Aquel caminante, cargado de buenas intenciones, con voluntad de ayudar y evitar el sufrimiento a la mariposa, no comprendió que el esfuerzo de aquel insecto para abrirse camino a través del capullo era absolutamente vital y necesario, pues esa era, precisamente, la manera que la naturaleza había dispuesto para que la circulación de su cuerpo llegara a las alas y estuviera lista para volar una vez hubiera salido al exterior.
El proceso de la vida humana tampoco está exento de crecimiento, esfuerzo y sufrimiento continuo, y nadie puede sustituirnos y vivirla por nosotr@s. A veces, con la buena voluntad de ahorrar sufrimiento a quienes nos rodean, aceleramos procesos, tomamos decisiones por l@s demás y aconsejamos pensando en cómo actuaríamos nosotr@s, en lugar de limitarnos a acompañar respetando el proceso de cada persona. Olvidamos a veces que cada un@ debemos tomar nuestras propias decisiones y que para poder aprender, evolucionar y crecer necesitamos tiempo, esfuerzo, arriesgarnos y no paralizarnos ante los cambios u obstáculos. Vivir con todas sus consecuencias, aprovechando al máximo nuestro inmenso potencial es la manera de poder volar cada vez más alto, en lugar de pasarnos la vida planeando...
Muy bonito Cris, y real como la vida misma. Cuantas veces, con nuestra mejor voluntad queremos "ayudar" y lo que hacemos es impedir el crecimiento natural de la persona... "su" crecimiento que puede ser muy diferente a como lo haríamos nosotros.
ResponderEliminarMe gusta como escribes. No dejes el Blog tan abandonado, escribe más seguido.
Un beso Cristina
Ramiro Lozano.
Me gusta el tema Cristina. Lo compartiré
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